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Los «Cien pasos de una vía de humanidad» de Lluís Maria Xirinacs.
Dolors Marin Tuyà.
Artículos publicados en la revista Penedès Econòmic.

Al servicio de este pueblo.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el diario Avui, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979, traducidos al castellano.

Diario de un senador.
Lluís Maria Xirinacs.
Artículos publicados en el rotativo Mundo Diario, cuando Lluís Maria Xirinacs era senador independiente en las Cortes Constituyentes españolas, entre los años 1977 y 1979.

Publicaciones:

Mundo alternativo.
Lluís Maria Xirinacs.

Pequeña historia de la moneda.
Agustí Chalaux de Subirà, Brauli Tamarit Tamarit.

El capitalismo comunitario.
Agustí Chalaux de Subirà.

Un instrumento para construir la paz.
Agustí Chalaux de Subirà.

Leyendas semíticas sobre la banca.
Agustí Chalaux de Subirà.

Ensayo sobre Moneda, Mercado y Sociedad.
Magdalena Grau Figueras,
Agustí Chalaux de Subirà.

El poder del dinero.
Martí Olivella.

Introducción al Sistema General.
Magdalena Grau,
Agustí Chalaux.

Rutger Bregman. Entrevistas sobre «Utopía para realistas».

Índice:


Sinopsis del libro «Utopía para realistas».

Rutger Bregman.La mitad de la población afirma que no se siente realizada con su trabajo, y casi la mitad de todos los puestos de trabajo están amenazados debido a la tecnología y el uso de las máquinas. Y mientras tanto, tras una interminable jornada laboral, acabamos comprando cosas que no necesitamos. El historiador y periodista holandés Rutger Bregman nos recuerda que no hay que seguir funcionando así, que el mundo no es estático y que las sociedades han cambiado muchas veces desde el inicio de la Humanidad.

Esta guía hacia una utopía revolucionaria pero perfectamente alcanzable pone a nuestra disposición múltiples estudios, anécdotas vívidas y numerosos experimentos que han resultado ser un éxito allí donde se han llevado a cabo. Bregman nos muestra que cada hito de la civilización –desde el fin de la esclavitud hasta el principio de la democracia– se consideró en su momento una fantasía utópica, nos guía a través de un viaje increíble para la historia, más allá de las divisiones tradicionales de izquierda y derecha, y nos señala algunas ideas para las que parece que, por fin, ha llegado el momento. Lo que resulta del todo imposible es sostener la hiperproducción y el consumo tal como hemos hecho hasta ahora: el sistema económico menos realista de todos es este en el que vivimos actualmente.

Utopía para realistas es uno de esos libros curiosos que te cogen por sorpresa y ponen en duda todo lo que creías saber.

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Ficha técnica del libro «Utopía para realistas».

Utopía para realistas. Portada del libro en castellano.Título original: Utopia For Realists.
ISBN: 978-84-9838-799-5.
Número de páginas: 304.
Tipo de edición: Rústica con solapas.
Sello editorial: Salamandra.
Colección: Narrativa.
ISBN e-book: 978-84-15631-79-8.
Traducción al castellano: Javier Guerrero Gimeno.

 

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El Confidencial. Rutger Bregman: «Trabajaremos sólo 15 horas a la semana».

El Confidencial. Logotipo.El Confidencial. Miércoles, 22 de marzo de 2017.

Entrevista a Rutger Bregman.

«Trabajaremos solo 15 horas a la semana».

El ensayo del historiador holandés Rutger Bergman aboga por hacer realidad la utopía de una sociedad sin fronteras, con renta básica universal y una jornada laboral reducida.

22-3-2017. 5h.

El autor Rutger Bregman. (Editorial Salamandra).
El autor Rutger Bregman. (Editorial Salamandra).

En el verano de 1930, justo cuando la Gran Depresión estaba tomando impulso, el economista británico John Maynard Keynes dio una conferencia en Madrid titulada «Posibilidades económicas para nuestros nietos». En otras palabras, para nosotros. En aquel momento la pobreza en España era galopante, las tensiones internacionales de agudizaban y Keynes parecía haber llegado de otro planeta: «En 2030 la humanidad se enfrentará al mayor desafío de su historia: qué hacer con un mar de tiempo libre».

Para el periodista e historiador Rutger Bregman el progreso solo ha sido posible a base de ideas que, como la de Keynes, se consideraban fantasías irrealizables, es decir, utopías. El holandés se encuentra en España para presentar su libro «Utopía para realistas» (Ed. Salamandra) en el que aboga por que los países abran las fronteras a los inmigrantes, adopten una semana laboral de 15 horas y paguen a sus ciudadanos una renta básica universal. Admite que no tiene todas las respuestas y que tan solo señala la dirección a una política progresista a la que se le han agotado las ideas.

Sus propuestas son contrarias a la tesis que defiende el filósofo John Gray en su célebre «Black Mass»: la fe ciega en la utopía y el progreso nos ha conducido, entre otros, al totalitarismo nazi o estalinista. Lo que es utopía para algunos, puede ser distopía para otros. Teniendo esto en cuenta, tal vez no sea tan malo que nos hayamos quedado sin nuevas ideas…–

–Nací un año antes de la caída del muro de Berlín y no mucho después se publicó el ensayo de Francis Fukuyama que vaticinaba el fin de la Historia. El «zeitgeist» de aquel entonces era algo así: hemos probado las utopías desde el fascismo hasta el comunismo, el capitalismo ha sido declarado vencedor y todo por lo que tenemos que preocuparnos es por el consumo, el siguiente iPhone y tal vez el medio ambiente; eso es todo. Pero con la crisis de 2008 descubrimos que la historia no había terminado y algunos –seguro que John Gray entre ellos– dijeron que también teníamos que deshacernos de esa última utopía: el neoliberalismo. Siempre tuve la sensación de que habíamos perdido algo por el camino. Si miramos atrás en la historia, descubriremos visiones utópicas terroríficas, sí, pero también es cierto que cada paso hacia el progreso fue una vez considerado una fantasía: el fin de la esclavitud, la democracia, la igualdad de derechos para hombres y mujeres... El problema de hoy es que no tenemos ni idea de dónde ir. Es como pisar la cima de una montaña y tener dos opciones: o miras hacia la próxima montaña que quieres subir o miras hacia abajo muerto de miedo.

La izquierda moderna solo sabe a qué se opone: a la austeridad, al «establishment», a la homofobia o al racismo. Pero desconoce a favor de qué está.–

Sin embargo, en estos últimos años el populismo ha ganado terreno. ¿No son Trump, Le Pen y Wilders parte de una misma utopía?–

–Pero ellos no miran hacia el futuro, quieren volver al pasado y a la nostalgia. Y sí, este tipo de políticos entiende mucho mejor que la izquierda que las ideas pueden y dan forma a la Historia.–

La izquierda solía abanderar el progreso, al menos en lo que se refiere a la batalla de las ideas. ¿El socialismo se ha quedado sin imaginación?–

–El problema es que la izquierda moderna solo sabe a qué se opone: a la austeridad, al «establishment», a la homofobia o al racismo. No estoy diciendo que yo no esté en contra de estas cosas, pero también necesitas estar a favor de algo. Por ejemplo, el Movimento Occupy Wall Street: muy potente, pero sin programa. No está ni se le espera. Tampoco ayuda la jerga extraña que hablan los intelectuales izquierdistas: un lenguaje diseñado para hacer las cosas simples complicadas. Han perdido por completo a su audiencia. La derecha populista, en cambio, sabe muy bien cómo comunicarse con ese grupo más amplio.–

Rutger Bregman. Foto: Miguel Sola.
Rutger Bregman. Foto: Miguel Sola.

Vayamos a sus propuestas. Usted insinúa que mañana mismo la renta básica universal podría ser una realidad, pero hasta el momento tan solo se han realizado pequeños experimentos de nicho.–

–Tiene que empezar en algún lado. La democracia no se implementó en un solo golpe: no hubo un «boom» y surgieron los parlamentos. El primer paso es hacer más experimentos a nivel local. Ya estamos en esta fase: en Canadá, en Finlandia, en Silicon Valley… Cada empresa moderna hace como 10.000 experimentos todos los días y por alguna razón el gobierno no quiere aventurarse. Seguimos empeñados en las mismas ideas caras y poco eficientes.–

Canadá, Finlandia, Silicon Valley... todos ejemplos de rentas altas y progreso social. ¿Sería posible en la «perezosa» España del sur de Europa?–

–Si en los últimos coletazos de la dictadura franquista alguien llega a decir que pronto España sería una democracia vibrante dentro de la Unión Europea, nadie lo habría creído. Como historiador, creo en el amplio abanico de posibilidades que la Historia ofrece. Lo realmente importante es que el cambio no comienza en lugares como Washington, Westminster, Bruselas o Madrid, sino en las conversaciones de la gente corriente. Si todos en España supiesen que la renta básica es una buena idea, los políticos empezarían a apostar por ella.–

Podemos es el único partido español que realmente ha puesto encima de la mesa la propuesta de la renta básica, aunque durase poco en su programa. ¿Se ha puesto en contacto con ellos?–

–Me temo que no, aunque seguro que les hubiese venido bien. La gente me pregunta cómo financiar la renta básica y mi respuesta siempre es: ¿cómo podemos permitirnos no hacerlo? La pobreza es increíblemente cara, un desperdicio de potencial humano. La izquierda y Podemos se aturrullan y solo responden con más impuestos. No son conscientes de que la renta básica no es una medida política más, sino un replanteamiento completo del trabajo con el que se averigua quiénes son los verdaderos creadores de riqueza. Así que, sí, deberían llamarme.

Lo más radical que puedes hacer ahora es asumir lo bueno en los demás. Si empezamos a hacerlo, entonces tendremos una verdadera revolución.–

Para vender una idea tan radical en política es necesario un relato. ¿Cómo deberían los partidos vender la renta básica a la opinión pública?–

–Tendrían que comenzar con una visión completamente diferente de la naturaleza humana. Los medios de comunicación tan solo se fijan en las excepciones: corrupción, crisis, terrorismo y violencia. Pero el hecho es que la mayoría de la gente es buena. Si les preguntas qué harían con su renta básica, responderán que usarían el dinero con cabeza para cumplir sus sueños y ambiciones. Pero, en cambio, si les preguntas qué harían otros, lo más probable es que digan que lo desperdiciarían en drogas, alcohol o Netflix. Lo más radical que puedes hacer ahora es asumir lo bueno en los demás. Si empezamos a hacer esto en nuestras democracias, sistemas de seguridad social y lugares de trabajo, entonces tendremos una verdadera revolución.–

Una visión más optimista del ser humano, ¿nada más?–

–Se tiene que empezar a hablar de erradicar la pobreza como una inversión que se paga por sí misma. Es el mejor plan de negocios que existe: cada euro que se invierte en una persona sin hogar se recupera por tres veces, ya que hay menos delitos, menor gasto sanitario… Las políticas progresistas son win-win (si a mi vecino le va mejor, a mí también). En cambio, la derecha populista lo presenta como suma cero: si tú coges algo, ya no quedará nada para mí. Por último, también ayudaría presentar la renta básica bajo el lenguaje patriótico, es decir, estar orgulloso de los logros de tu país. La izquierda no entiende la necesidad de abrazar una forma de nacionalismo tolerante y progresista. Di con orgullo: somos del país que más refugiados acoge. El ejemplo es Angela Merkel.

A medida que avanza la automatización, una y otra vez subestimamos la extraordinaria capacidad del capitalismo para producir empleos inútiles.–

Cada relato necesita un enemigo, ¿cuál es el suyo?–

–Para el populista, todo va mal por culpa de los extranjeros que quitan el trabajo, que son perezosos, criminales o terroristas. Con Bernie Sanders era el 99% contra el 1%, y eso funcionaba. El enemigo son todos aquellos que ganan mucho pero que no aportan nada de valor a la sociedad. Lo fascinante es que ahora somos más ricos que nunca y, en cambio, cada vez hay más trabajos sin sentido. A medida que avanza la automatización, una y otra vez subestimamos la extraordinaria capacidad del capitalismo para producir empleos inútiles. Y además, suelen ser los mejor remunerados.–

¿Por qué la izquierda no utiliza esta narrativa?–

–Porque muchas de las personas altamente cualificadas de la izquierda tienen este tipo de trabajos sin sentido.–

Rutger Bregman. Foto: Miguel Sola.
Rutger Bregman. Foto: Miguel Sola.

Usted presenta la renta básica como una medida de sentido común, casi tecnocrática. Pero este rencor al rico y poderoso se suele asociar a la izquierda, ¿en qué ideología enmarca la medida?–

–La renta básica va más allá de la antigua división entre la izquierda y la derecha. El centro-derecha está detrás de la propuesta en Finlandia, en Canadá es un senador conservador y en los años 70 fue el «conocido izquierdista» de Richard Nixon el que casi la implementa. No es una idea tradicional de la izquierda. Es más, se trata sobre todo de ampliar la libertad individual. La gente tendrá por primera vez en la historia libertad real para decidir por sí misma lo que quiere hacer con sus vidas. En este sentido, el problema de la izquierda es que a menudo quiere tomar las decisiones de la población, actuando de manera paternalista.–

En cualquier caso, los liberales argumentarán que una renta básica a quien empodera es al Estado, pues la población dependería aún más de él.–

–Hay tan solo un Estado en todo el mundo que tiene renta básica. Alaska da 2.000 dólares a cada persona por año. Si a un político le da por cambiar esto, su carrera habrá acabado. Una vez se introduce la renta básica, es muy difícil deshacerse de ella. La gente ama la libertad. En este sentido, la renta básica otorgará a los profesores, médicos y basureros un mayor poder de negociación. Así que por primera vez en la historia todos tendrán la oportunidad de decir «no» a un trabajo que no quieran hacer.

Si los banqueros hiciesen huelga, ni siquiera nos daríamos cuenta. Tan solo los trabajos realmente útiles sobrevivirán.–

¿Cuál sería el resultado? ¿Quién querría entonces hacer los trabajos peor valorados?–

–Los trabajadores dirían: «Me encantaría seguir haciendo mis labores, pero tendrás que pagarme más». En cambio, aquellos con un empleo inútil (un 37% de los británicos piensa que su trabajo no tendría por qué existir) no tendrán tanto poder de negociación. Me refiero a aquellos sentados en oficinas de nueve a cinco, los que se envían e-mails entre ellos, escriben informes para sí mismos, surfean en Facebook y ganan un buen salario por ello. La renta básica no solo supone una redistribución del dinero, sino también de poder y estatus. Si los basureros o los médicos se pusiesen en huelga, tendríamos un problema. Si lo hacen los banqueros, ni siquiera nos daríamos cuenta. Tan solo los trabajos realmente útiles sobrevivirían.–

¿Cómo sería esa sociedad? ¿Qué cambiaría?–

–La educación sería completamente diferente. Si bien ahora está destinada a que los alumnos tengan trabajo y ganen dinero, con la renta básica los niños se atreverían a estudiar artes, humanidades o música. A menudo surgen esas historias de un banquero o un abogado que decide dejar su trabajo para cumplir su sueño. Siempre los presentan como héroes. Yo propongo una sociedad en la que cada uno haga lo que realmente quiera hacer, como ese banquero atrevido.–

Quizá su propuesta más osada sea la de acabar con las fronteras, sobre todo ahora que parece que las políticas viran en dirección contraria.–

–Imagínese que vive en el año 2200 y que le piden juzgar nuestro tiempo como nosotros hacemos ahora con la Edad Media: seguro que pensaríamos que las fronteras son el mayor de los barbarismos. Hay una montaña de investigaciones que demuestran que la inmigración es el intrumento más poderoso contra la pobreza global y nadie está contando esta historia. Usted, como país, puede ser duro: podría imponer pruebas culturales, de idioma o la necesidad de pagar una cierta cantidad de impuestos. Lo radical en cualquier caso es negarse bajo cualquier circunstancia. No se trata de erradicar todas las fronteras a la vez, sino de pensar cuál podría ser el próximo paso.–

Enlace de la entrevista original en castellano:

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2017-03-22/rutger-bregman-economia-renta-basica-capitalismo-trabajo_1352062/

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El País. Rutger Bregman: «La renta básica universal sería el mayor logro del capitalismo».

El País. Logotipo.El País. Viernes, 24 de marzo de 2017. Economía.

Rutger Bregman / Autor de «Utopía para realistas».

«La renta básica universal sería el mayor logro del capitalismo».

El pensador holandés propone repartir dinero gratis y la jornada laboral de 15 horas para acabar con la desigualdad.

Lluís Pellicer

Barcelona, 24 de marzo del 2017. 23h59’.

El historiador Rutger Bregman. Foto: Carles Ribas.
El historiador Rutger Bregman. Foto: Carles Ribas.

El historiador Rutger Bregman (Westerschouwen, Holanda, 1988) irrumpió en el debate ideológico de su país hace ya tres años con la publicación de su ensayo Utopía para realistas. El texto se divulgó primero en Internet, en la web The correspondent. La industria editorial se sumó más tarde al fenómeno, que llega ahora a España de la mano de Salamandra. Colaborador en medios como The Washington Post o The Guardian, Bregman cree viable sacudir el capitalismo con propuestas como la renta básica universal, reducir las jornadas laborales a 15 horas semanales o abrir fronteras para acabar con la desigualdad.

En el sur de Europa el debate ahora se centra en cómo seguir financiando el Estado del bienestar. ¿Ve viable añadir al sistema una renta básica universal?—

La renta básica es un complemento de las partes fundamentales de la sociedad del bienestar que debería añadirse a la salud y la educación pública. Pero hay cosas que esta renta podría reemplazar, en especial a subsidios como el de paro, que se ha convertido en un sistema increíblemente burocrático y paternalista y que no funciona.—

¿Cuántas horas trabaja a la semana?—

—¿Qué es trabajo? [ríe]. Trabajo en The Correspondent, un colectivo de periodistas de investigación y eso me da un salario básico. Y lo hago porque creo que en él y no por el dinero.—

¿Pero cuántas horas? ¿Le puede dedicar solo 15 a la semana?—

—Igual incluso trabajo cero horas , porque no lo considero trabajo realmente. Nadie me obliga a hacerlo. Pero me gustaría ver una sociedad en la que cada persona decida qué quiere hacer con su trabajo libremente. Me considero afortunado, pero me gustaría vivir en una sociedad en la que todo el mundo se sintiera así.—

¿Entonces los ciudadanos dejarían de cobrar cuando estuvieran desempleados?—

—La renta básica es la planta cero de la distribución y es incondicional. La obtendrían todos: ricos y pobres.—

¿Y cómo se financiaría?—

—Como he dicho, reemplazaría algunas partes de la sociedad del bienestar. Pero la renta básica es una inversión. Hay muchas pruebas científicas que demuestran de que la pobreza es enormemente cara: genera más delincuencia, peores resultados académicos, enfermedades mentales… Sería mucho más económico erradicar la pobreza que combatir los síntomas que provoca.—

Critica al Estado por «supervisor» o «paternalista», ¿pero no cree que debe controlarse de algún modo cómo se emplean los recursos públicos?—

—Los pobres son los auténticos expertos en sus propias vidas. Creo en la libertad individual y la gente sabe qué debe hacer con su vida, pero ahora vivimos de lleno en una sociedad de burócratas y paternalistas. Las investigaciones demuestran que lo mejor es dar directamente el dinero directamente a quien lo necesita en lugar de destinarlo a inspectores y burocracia. A mucha gente le preocupa que la renta básica se derroche en drogas o alcohol, pero en el pasado ha habido experiencias que concluyen que ha funcionado sobradamente bien.—

¿Esa no es la actitud que esta semana ha mostrado el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, cuando en referencia a los países del sur de Europa decía que uno no podía gastarse dinero en mujeres y alcohol y luego pedir dinero?—

—Me gustaría disculparme en nombre de mi país por ello. La buena noticia es que probablemente él pronto ya no trabajará en ese sitio. Sí, es un gran ejemplo de la falta de confianza que las grandes instituciones tienen en la gente normal. Todo ese dinero, en realidad, no fue a los bolsillos ni de los basureros ni de los limpiadores ni de los profesores, sino de los banqueros. En el libro trato de expresar una idea más optimista de lo que podemos conseguir como sociedad. Mi generación está harta de políticos como Dijsselbloem, que ponen a los ciudadanos en contra de otros ciudadanos.—

En el libro es muy crítico con la izquierda socialdemócrata por su discurso «perdedor». ¿Cómo debe renovarlo?—

—Los socialdemócratas han sido completamente aplastados en las últimas elecciones generales en Holanda. Han perdido el rumbo y no tienen ideas para aportar. Dijsselbloem es el mejor ejemplo del tecnócrata y de esa percepción de que los hombres con traje saben mejor lo que nos conviene. Y esa idea ha desembocado en la irrupción del populismo de derechas. La tecnocracia y el populismo están convencidos que solo hay una receta que va a funcionar, y lo que nos conviene es el pluralismo. El problema de la izquierda hoy es que solo sabe a qué se opone. Se ha quedado en una noción muy paternalista, de ayudar a quien lo necesita. Debemos darle la vuelta a ese discurso por completo. Por ejemplo, reivindicar la meritocracia. Si nos la tomamos en serio, muchos maestros deberían cobrar más y muchos banqueros tener incluso un sueldo negativo por destruir riqueza. Ese es el discurso que necesitamos para combatir la desigualdad.—

Pero en el libro su crítica es general, se queja de que su generación carece de nuevas ideas…—

—Pero ya hay algunos síntomas para la esperanza. Yo escribí el libro por primera vez en holandés en 2014 y por aquel entonces nadie tenía ni la más remota idea de qué era la renta básica. Ahora solo en Holanda hay 20 ciudades que han implantado un plan para implementarla, se está experimentando en Finlandia y está a punto de hacerse también en Canadá. Eso demuestra que es una idea que va conquistando el mundo.—

Aboga por una jornada laboral de 15 horas semanales. Esa idea ya la puso sobre la mesa John Maynard Keynes y no parece que nos hayamos acercado mucho. ¿Por qué cree que ahora es posible?—

—Durante décadas mucha y mucha gente pensó que tendríamos jornadas más cortas. Keynes no fue el único. En los años setenta la mayoría de los economistas y sociólogos estaban convencidos de ello. Pero en los ochenta eso cambió y empezamos a trabajar mucho más. Hoy estamos sobrepasados por el trabajo. Hay dos razones. El primero es el consumismo: compramos cosas que no nos hacen falta para impresionar a gente que no nos gusta. El problema de esa explicación está en que la mayor parte de las cosas que compramos y no necesitamos están producidos por robots y en el Tercer Mundo, lo que ha hecho que la mayoría trabajamos en el sector servicios. Eso nos hace buscar otro motivo, y es que en los últimos 30 años hemos asistido a un crecimiento disparatado del nivel de trabajos basura.—

¿En qué sentido son basura?—

—Un trabajo basura es un empleo que es calificado como inútil por la persona que lo desempeña. A menudo son trabajos muy bien pagados, pero pueden consistir en mandar correos electrónicos o escribir informes que nadie va a leer. No estoy hablando ni de basureros, ni profesores ni enfermeras. Y hay trabajo increíblemente útil que no se paga, como el cuidado de los niños o ancianos o el voluntariado. Si todos ellos dejaran de trabajar, sí tendremos problemas de verdad.—

¿Y qué mecanismo usaría para asignar los salarios?—

—La renta básica sería fundamental, porque por primera vez en la historia permitiría a la gente que pudiera decir no a trabajos que realmente no quiere hacer. Hoy ese es un privilegio solo al alcance de los más ricos, pero en el caso de que se implantara la renta básica sería un derecho al alcance de todo el mundo. A los niños se les dice que deben estudiar algo que les dé dinero. Con la renta básica, podrán hacer lo que quieran en la vida.—

Habla de que habrá menos empleo por la tecnología. ¿No puede ser que en lugar de eso se creen nuevas categorías de empleo?—

—Hemos subestimado la extraordinaria capacidad del capitalismo para generar nuevos trabajos inútiles. Hoy tal vez el 30% de los empleos son inútiles, pero el capitalismo puede convertir esa cifra en el 40%, 50% o 60%. A menos que introduzcamos la renta básica o redefinamos el concepto de trabajo.—

Uno podría encasillarlo como antisistema, pero en el libro defiende el capitalismo al afirmar que es un «motor de prosperidad»…—

—La renta básica universal sería el logro más importante del capitalismo. No es una idea absurda, es una plataforma sobre la que arrancar y le concederá a todo el mundo una herramienta para arriesgarse y emprender. Y en eso consiste el capitalismo.—

Los críticos con la renta básica dicen que esos ingresos desincentivarían el trabajo. ¿Qué opina?—

—Invierto tres capítulos en hablar de experiencias que se han llevado a cabo para demostrar que cuando la gente recibe dinero gratis ni lo malgasta ni se lo bebe. Las investigaciones demuestran que todos queremos conseguir nuestro sueño. Y el gran desperdicio de nuestros días son los millones de personas que están atrapados en la pobreza o en un trabajo inútil.—

Usted propone la apertura de fronteras en un contexto en el que el mundo parece ir en dirección contraria. ¿Es la parte más utópica de su argumento?—

—Sin duda, es la más radical. Pero tenemos pruebas de que la inmigración es un arma contundente contra la pobreza. Un país con un patriotismo fuerte debería estar orgulloso de abrir sus puertas a emigrantes y refugiados, porque todo gran país en la historia de la humanidad se ha fundado sobre ellos.—

Esa propuesta requiere de un consenso internacional. Viendo el papel de la Unión Europea en la crisis de los refugiados, ¿le parece viable conseguirlo?—

—Todo empieza por contar una historia distinta. Lo mismo sucede con la renta básica. A menudo me dicen que la gente está en contra, pero en el siglo XVII la mayoría también estaba en contra de la democracia.—

Enlace de la entrevista original en castellano:

http://economia.elpais.com/economia/2017/03/23/actualidad/1490287072_800265.html

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El Diario. Rutger Bregman: «La renta básica es una combinación de lo mejor de la izquierda y de la derecha».

El Diario. Logotipo.El Diario. Sábado, 25 de marzo del 2017.

El dinero de todos.

Entrevista | Rutger Bregman.

«La renta básica es una combinación de lo mejor de la izquierda y de la derecha».

El pensador Rutger Bregman defiende en «Utopía para realistas» la renta básica universal, la jornada laboral de quince horas y las fronteras abiertas.

Bregman subraya la necesidad de cambiar el concepto de trabajo: «Hoy en día es estar sentado de nueve a cinco en una oficina y hacer cosas que son completamente inútiles. Hay que acabar con eso».

«El problema de la izquierda es que no deja a la gente tomar sus decisiones y equivocarse».

Ana Requena Aguilar.
25-3-2017. 19h40'.

Rutger Bregman. Foto: Maartje ter Horst.
Rutger Bregman. Foto: Maartje ter Horst.

Renta básica universal, jornada laboral de quince horas, fronteras abiertas. Son las tres propuestas sobre las que gira Utopía para realistas(Salamandra), el libro de Rutger Bregman, un joven historiador y pensador neerlandés que busca impulsar una nueva utopía para una nueva sociedad.

Bregman no tiene complejos en reconocer que su ensayo incluye ideas impopulares y que sus planteamientos no buscan complacer a la izquierda, sino más bien ponerla en evidencia en un momento en el que avanzan los planteamientos conservadores, en forma de Trump, Brexit o Le Pen.

¿Por qué centrarse en estas tres propuestas, por qué no elegir otras?–

–Es una buena pregunta, podría haber escrito sobre otras ideas. Pero creo que las ideas de este libro surgen pensando en cuáles son las grandes injusticias de nuestro tiempo. La renta básica es la respuesta al hecho de que tantísima gente siga siendo pobre y haya gente viviendo en la calle mientras somos más ricos que nunca. La reducción de jornada es la respuesta a que trabajamos más y más duro que nunca, mientras mucha gente tiene un trabajo que piensa que ni tendría que existir, lo que llamaríamos tener un trabajo de mierda. Y la apertura de fronteras es la respuesta a la injusticia más grande, la desigualdad global que crean las fronteras. La visión utópica siempre empieza pensando en qué está mal hoy en día.–

¿La renta básica sería una especie de nuevo sistema del bienestar?–

–Exactamente, sería un suelo en la distribución de los ingresos. Por primera vez en la historia tener una vida sin pobreza no sería un favor, sino un derecho. El Estado de bienestar es increíblemente condicional, tienes que dar demasiadas pruebas, justificaciones y motivos para demostrar que estás suficientemente enfermo, suficientemente deprimido y que estás realmente buscando un trabajo, etc. Lo especial sobre la renta básica es que es completamente incondicional. Así que sí, sustituiría cierta parte del sistema de bienestar.–

Dice cierta parte del Estado del bienestar, es decir, ¿no todo? ¿Qué parte sustituiría?–

–No, habría una parte que conservar, como el sistema sanitario o la educación. Hay una parte de la derecha que quiere que la renta básica sustituya a todo el sistema del bienestar, pero no es esa renta básica por la que yo apuesto. Yo la veo como el gran logro del sistema de bienestar, como un complemento a la educación o sanidad, cosas que ya tenemos. Pero sí podría sustituir programas de subsidios o de distribución de ingresos que están muy condicionados y muy burocratizados.–

Y si mantenemos la educación y la sanidad públicas y le añadimos la renta básica universal, ¿podremos pagar todo?–

–Creo que podría pagarse por sí sola. Si miramos cuál es el coste de la pobreza es increíblemente alto. Un estudio en EEUU mostró que el coste en términos de tasas de criminalidad, gasto extra en sanidad... rondaba el 3% o el 4% del PIB, un dato parecido en todos los países occidentales. Al lado de eso erradicar la pobreza sería barato, en la mayoría de países supondría un 0,5% o un 1% del PIB. Así que veo la renta básica como un suelo del sistema de bienestar, como una inversión que se pagará por sí misma a largo plazo.

Hay tanto desperdicio ahora, tanta gente que podría contribuir ahora mismo al bienestar común y que está en la pobreza o en un trabajo que ni ellos creen que debiera existir. Creo que ese es el desperdicio real de la sociedad actual, tenemos que repensar muchas cosas sobre esta sociedad, qué es trabajo, qué es bienestar.–

En Silicon Valley hay experimentos sobre la renta básica, y algunos gurús tecnológicos la ponen como solución a la robotización y a la transformación del mundo del trabajo. ¿No le hace sospechar eso sobre la renta básica? ¿No puede ser un complemento para un mundo del trabajo más desregulado y con menos ingresos?–

–Creo que una auténtica renta básica iría en contra de estas empresas, especialmente de Uber. Si le damos a todo el mundo una renta básica, especialmente la gente con bajos ingresos tendrá más poder de negociación. Podrán decir que si no les pagan más, no aceptan un trabajo y se quedan con su renta básica. El efecto más importante sería el de mejorar los salarios de esta gente, así que si Uber está proponiendo renta básica, la tendrá que asumir en el futuro probablemente subiendo salarios.

Silicon Valley tiene miedo de que la nueva globalización se lleve nuestros trabajos. Lo que es interesante es ver que estas predicciones ya se hicieron en los años veinte, en los sesenta, en los setenta... y nada de eso ha pasado. Muchos de estos artículos ya se han escrito, básicamente los copian y pegan y los vuelven a publicar. De hecho, especialmente a partir de los años noventa tenemos más trabajos que no necesitamos que existan, especialmente en el sector servicios, lo que llamamos trabajos de mierda.

Un tercio de los trabajadores británicos piensan que su trabajo no debería existir. No son los profesores ni los basureros, estoy hablando de gente con estudios superiores que están básicamente preparando informes los unos para los otros. Si no cambiamos nuestra definición de trabajo, si no cambiamos la forma en la que la sociedad se estructura e incorporamos la renta básica universal, cada vez tendremos más de este tipo de trabajo. Puede llegar a convertirse en la mitad del empleo.–

¿Y no puede ser que suceda al revés, que la renta básica, en lugar de dar más poder a los trabajadores, permita a los empresarios pagar salarios bajos porque saben que la gente ya cuenta con otro ingreso?–

–La renta básica da más poder a los trabajadores, no a los empresarios. Ellos siempre podrán decir que no quieren ese tipo de trabajo. Hay algunos asuntos, como el coste de la vivienda, especialmente en las grandes ciudades, que necesitarán políticas específicas. Es decir, la renta básica no es la panacea.–

Hay también algunas voces que dicen que la renta básica generaría un riesgo inflacionista.–

–La inflación suele ser una de las preocupaciones de la gente que habla sobre renta básica. Eso sucedería si simplemente imprimimos dinero y se lo damos a la gente, aunque hay economistas que proponen hacer eso actualmente porque no hay suficiente demanda en la eurozona. Eso al final no es la solución. A largo plazo la renta básica se tiene que financiar con impuestos y si lo hacemos así, como hacemos con el Estado de bienestar, la inflación no tiene por qué subir. Alguna gente tendrá más poder de compra pero los ricos tendrán que pagar por ello. Habría más inflación si la gente no trabajara pero en el libro dedico tres o cuatro capítulos a explicar por qué la gente no dejaría de trabajar.–

En cuanto al fondo más filosófico de la propuesta, ¿es posible para la izquierda asumir una renta básica que reciba todo el mundo, también los ricos, en igual medida? ¿No es una propuesta excesivamente individualista, en el sentido de dar un dinero y trasladar así la responsabilidad a cada persona sobre su bienestar?–

–Hay algunas ideas en mi libro que pueden ser muy impopulares actualmente. Lo que digo de estas tres ideas es que no son de izquierdas ni de derechas, son ideas para ir más allá de las líneas que dividen a unos y otros. En Finlandia, por ejemplo, es un Gobierno de derechas el que promueve el proyecto de renta básica. En Canadá es un senador conservador el que está impulsando la idea. Y Richard Nixon, en EEUU, estuvo a punto de ponerla en marcha.

En parte soy de derechas cuando digo que creo en el poder del individuo, y lo que veo problemático en la izquierda es que siempre quiere tomar decisiones por otra gente, su paternalismo, su burocracia. El problema de la izquierda es que no deja a la gente tomar sus decisiones y equivocarse. Lo que vemos de vez en cuando en experimentos es que la gente sabe lo que quiere hacer con sus vidas, tiene ideas, y solo hay que dejar que lo hagan.

Lo que sí me gusta de la izquierda es que se preocupa por los pobres y quiere erradicar la pobreza, así que veo la renta básica como una especie de combinación de lo mejor de la izquierda y de la derecha: erradicar la pobreza y dar a la gente la libertad para decidir qué quieren hacer con sus vidas. Lo que vemos en muchos de estos estudios es que la gente decide hacer más voluntariado, así que el coste de la sanidad pública y la criminalidad caen. Es decir, son decisiones individuales que acaban repercutiendo sobre el bienestar común.–

El feminismo también está dividido sobre la idea de renta básica. Una crítica es que reforzaría la división sexual del trabajo: las mujeres, sobre las que recae el cuidado y con peores condiciones laborales, tendrían menos incentivos para tener un empleo. ¿Corremos el riesgo de perpetuar esta inercia si aprobamos una renta básica?–

–En un experimento en EEUU, en Seattle en los años 70, descubrieron que la tasa de divorcios aumentaba, lo que hizo que muchos conservadores se posicionaran en contra de la renta básica porque haría a las mujeres más independientes, porque de repente tenían un ingreso propio.

Lo que pienso es que, una vez más, la renta básica no es la panacea, no debemos dejar de pensar sobre otros asuntos que involucran a la igualdad de género. Hablo de otras políticas en el libro que son increíblemente importantes, como el permiso de paternidad, que debería ser obligatorio, o como el cuidado de los niños. Hay muchas cosas que decir al respecto y hay muchas escritoras feministas que saben más que yo. Lo que creo es que debemos pensar que la renta básica no es solo una idea, sino miles, y que hay versiones de la renta básica que yo no apruebo, como la versión conservadora. El diablo está en los detalles.

Una de las cosas que trato de hacer en el libro es pensar sobre el concepto de trabajo. Hay mucho trabajo actual que es inútil, mucho hecho por hombres por cierto, y sin embargo tenemos mucho trabajo no pagado que es increíblemente necesario y que es hecho por las mujeres, como el cuidado de niños, mayores, o el voluntariado. Una renta básica es también el reconocimiento de ese hecho, un salario para esas contribuciones que las mujeres están haciendo.–

En cuanto a la reducción de la jornada a quince horas, ¿cómo convencemos a las empresas para que paguen lo mismo trabajando menos de la mitad de la jornada actual?–

–La promesa del capitalismo siempre ha sido trabajar menos y menos y vivir la vida. Sin embargo, desde los años 80 trabajamos más y más. Por dos motivos: el consumismo, compramos cosas para impresionar a la gente, y los trabajos de mierda y que no sirven ni aportan valor. Ese es el desperdicio. Es algo que ignoran todos los políticos, desde la izquierda a la derecha, todos hablan de crear empleos, de que necesitamos más trabajos cualificados... pero mirad la economía real, mirad lo que la gente está haciendo, ellos mismos dicen que no sirve para nada. Es normal que la gente acabe quemada o deprimida. Podemos cortar la jornada laboral un tercio y seguir siendo igual de ricos.–

Pero al final quien decide lo que se paga es una empresa, más allá de que tú como trabajador consideres que tu empleo es una mierda o es inútil.–

–Sí, pero eso cambiará. Lo que pasará si tenemos una renta básica es que la gente joven sabrá que siempre puede quedarse con ella. ¿Qué estudiarías, a qué te dedicarías si tuvieras dinero? Por otro lado, el número de trabajos y ocupaciones que existen no es algo natural, no es algo que caiga del cielo. A veces se financian sectores y se les da dinero sabiendo que no aportan nada ni son útiles. Hay un montón de normas y reglamentos que permiten al sector bancario hacer dinero sin aportar nada. La demanda no existe en el vacío, nosotros dejamos que pase. Podemos cambiar la regulación, podemos cambiar el sistema fiscal, podemos cambiar la educación, podemos cambiar el sistema de financiación…–

¿Cuál es su definición de trabajo?–

–Trabajo es hacer algo que añade algo de valor al mundo, hacer del mundo un poco más interesante o un poco más hermoso. Y obviamente tiene que ver con dar significado, es lo que hacen los seres humanos y lo que nos diferencia de los animales: dar significado a las cosas que esencialmente no lo tienen. Pero hoy en día es estar sentado de nueve a cinco en una oficina y hacer cosas que son completamente inútiles. Ese es el concepto de trabajo con el que tenemos que acabar.–

En cuanto a su propuesta de fronteras abiertas, ¿es algo que necesariamente tendría que hacerse en todo el mundo al mismo tiempo para que realmente funcionara?–

–No, no lo creo. Las ideas del libro son visiones utópicas para el futuro, estas ideas son necesarias para saber hacia dónde queremos ir pero no para que las implementemos de una en una, sino para que sepamos cuál puede ser el siguiente paso. No soy uno de esos utópicos del comunismo o del socialismo que tiene un plan a cinco años y que si los demás no están de acuerdo conmigo me da igual. Esa no es mi idea de la utopía.

La idea de tener unas fronteras abiertas es fascinante, tenemos un montón de evidencias que muestran que la inmigración es el arma más potente para combatir la desigualdad y la pobreza. Y las fronteras son la mayor fuente de desigualdad que tenemos ahora mismo. No estoy diciendo que abramos todas las fronteras de una. Estoy diciendo vamos a probar, vamos a ver qué opciones tenemos, vamos paso a paso.–

¿Y cuál es el siguiente paso?–

–En este momento no criminalizar la inmigración. En todos los países hay políticos diciendo que los inmigrantes van a venir a quitarnos nuestros trabajos, van a traer terrorismo... es un sinsentido. Tenemos las pruebas que demuestran que a lo largo de la historia la inmigración es la mayor fuente de prosperidad. Las resistencias hacia ella son absurdas y deberíamos olvidarlas en un momento en que la desigualdad es enorme.–

Enlace de la entrevista original en castellano:

http://www.eldiario.es/economia/Rutger-Bregman-entrevista-renta-basica_0_625388216.html

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Vilaweb. Rutger Bregman: «La renta universal se puede ver como la vía capitalista al comunismo».

Vilaweb. Logotipo.Vilaweb. Lunes, 27 de marzo del 2017.

Economía

Rutger Bregman: «La renta universal se puede ver como la vía capitalista al comunismo».

Entrevista al jovencísimo autor, historiador y periodista, que ahora publica «Utopía para realistas» (Salamandra en castellano; «Utopia per a realistes», Grup 62 en catalán).

Por: Andreu Barnils.

27-03-2017, 2h.

Rutger Bregman.

Rutger Bregman es un historiador jovencísimo, de veintidós ocho años, que estos últimos años ha trabajado en De Correspondent, un diario neerlandés muy interesante. Esta publicación no acepta publicidad, huye del ciclo informativo, no tienen casi jefes de sección y se financian gracias a 56.000 lectores, que pagan aunque la publicación es abierta. Bregman trabaja como corresponsal del progreso, y se ha especializado en contar historias, personajes, y datos que demuestran el progreso de la humanidad. Partiendo de su trabajo en el periódico, hace cuatro años se editó su libro Utopia per a realistes (Grup 62 en català, Utopía para realistas, en castellano, Salamadra), que al principio no tuvo mucho éxito, pero que ahora se traduce en más de veinte idiomas. Bregman recibe VilaWeb en uno de los hoteles de Barcelona, que visita para presentar su obra.

Puede explicar qué es De Correspondent?—

De Correspondent es una plataforma de periodismo en internet. Está financiada por sus miembros. 56.000 en estos momentos. Por lo tanto, nada de publicidad. Y nosotros dejamos de lado las noticias. No escribimos sobre las noticias. Porque el problema de las noticias es que siempre hablan de las excepciones. Las cosas que van mal: la corrupción, la crisis, el terrorismo, la violencia. Si miras muchas noticias sabrás como no funciona el mundo. Es una mirada desvirtuada de la realidad, y de la naturaleza humana, cargada de pesimismo. En eso nos hemos convertido. Nosotros queremos escribir sobre cómo es el mundo. Y esta historia es mucho más optimista. Por eso fundamos De Correspondent, para dar a la gente otra visión.—

Si no sigue las noticias, como elije qué piezas se han de escribir?—

—Cada periodista tiene su fascinación personal. Por ejemplo, yo soy el corresponsal del progreso. Hablo de cosas que van bien en el mundo, y sobre nuevas ideas, ideas apasionantes. No tenemos jefes. Bueno, tenemos un jefe, que de vez en cuando me envía correos, pero que la mayoría de veces no lo tengo en cuenta. Es un puesto de trabajo muy anarquista. Somos una cincuentena de personas. De hecho, el periodismo puede resultar bastante barato si te sacas de encima todos los jefes y los relaciones públicas. También es muy importante decir que nosotros no intentamos vender un producto. Nosotros queremos ser un movimiento. La gente no es miembro de De Correspondent porque quieran comprar un producto. De hecho, no hay que ser miembro para leernos. Todo está en abierto. Y aun así se hacen miembros. Lo ven como una parte de su identidad. Creen que es importante contribuir a este tipo de periodismo. Y esto rompe la idea de que la gente es gandula y sólo se preocupan de ellos mismos. No es cierto. Miles de personas pagan. Y no las habría. De hecho, mi libro nació en De Correspondent. He desarrollado todas estas ideas mientras escribía.—

¿Por qué no quieres publicidad?—

—Nosotros queremos depender de los lectores, no de las marcas. Queremos vender artículos a los lectores. No queremos vender a los lectores a las marcas. Y atención, no hay nada de malo en la publicidad. Mi libro ha recibido publicidad. Ningún problema. Pero es cierto que cada vez más el espacio público ha quedado en manos de los anuncios. Anuncios que nos dicen que compremos cosas que no necesitamos para impresionar a gente que no nos gusta. Y nos deprime. Deberíamos hacer un paso atrás.—

Pasamos al libro. Defendéis la renta universal. Que todo el mundo, pobre o rico, cobre dinero. Y es sorprendente, que eso que explique: el presidente Richard Nixon también la quería.—

—Es una parte de la historia de Estados Unidos totalmente olvidada, y fascinante. A finales de los años sesenta, todo el mundo creía que se implantaría una forma u otra de renta universal. Lo decía gente de izquierda, como Galbraith o Martin Luther King, pero también de derecha, como Milton Friedamn. Y el presidente Nixon pensó, bueno, si todo el mundo lo cree, hagámoslo. Nixon quería aprobar la renta universal. Tenía hecha la ley aprobada por el congreso, pero fue el senado el que la mató. La izquierda, lo hizo, porque decían que la renta debía ser más alta. En 1968 se abandonó la idea cuando hicieron un experimento en Seattle, y vieron que con la introducción de la renta universal los divorcios aumentaban de un 50%. Diez años después descubrieron que en el experimento de Seattle había un error estadístico, y que los divorcios no habían aumentado, pero los conservadores ya habían dado marcha atrás. Uy, no podemos hacer que las mujeres sean tan independientes y se divorcien, decían. Es una historia extraña, llena de ironías locas.—

Como la defendéis, la renta universal, contra las críticas?—

—Hay gente que dice que no se puede dar la renta universal, porque la condición natural de los humanos es no trabajar, y si les das dinero pararán de trabajar del todo. Mi respuesta es que miremos los datos. Le dedico tres capítulos del libro, a esto. Todos los experimentos científicos que se han hecho, como en Canadá, o en EEUU, muestran una y otro que la gente quiere hacer cosas de provecho con sus vidas. Y no es cierto que la gente pare de trabajar si tienen la renta. Otra objeción es que la idea es buena, pero demasiado cara. No la podemos pagar. Nuevamente, los experimentos demuestran que es la pobreza la que sale cara. Por culpa de la pobreza aumentan los costes sanitarios, los crímenes y el abandono escolar. Todo esto son costes. La pobreza es una inmensa pérdida de potencial humano. La renta universal, de hecho, ahorra mucho dinero. No es gasto, es inversión de futuro. Finalmente, hay gente que objeta que la renta universal ya se ha probado, se llama comunismo, y ha fracasado. La respuesta es que no es comunismo. Aquí no se trata de que todo el mundo cobre igual. Es simplemente poner un límite básico a la distribución del salario. Y en este sentido sería la coronación del capitalismo. Porque el capitalismo consiste en tomar riesgos, empezar un negocio, tener visión empresarial, etc. Pero ahora hay tanta gente atrapada por la pobreza, y por trabajos absurdos, que no tienen la oportunidad de empezar nada. Hay un filósofo que dice que la renta universal se puede ver como la vía capitalista al comunismo. Me gusta la frase.—

Dices que los políticos y los medios se opondrán.—

—Las nuevas ideas no empiezan nunca con políticos y periodistas, no. Normalmente son los guardianes del sistema. Vemos que antes del fin de la esclavitud, los derechos del hombre se consideraban ideas locas. Y son los locos los que dicen estas cosas. Gente al margen de la sociedad. Y la historia les acaba dando la razón. Si queremos intuir el mundo que viene, no sigamos las noticias ni escuchemos los políticos.—

Ideas locas que han triunfado, ¿cuáles serían?—

—Mucha gente de la izquierda, especialmente marxistas, se concentran a estudiar el poder. El poder, la clave de todo. Y hablan de ricos que intentan que las cosas no se muevan. Pero pensemos en el movimiento sufragista de las mujeres, a finales del siglo XIX. ¿Eran el grupo más poderoso de la sociedad, las mujeres? ¿Tenían dinero? ¿Eran las más fuertes? No. Pero su idea era la mejor. Este libro trata del poder de las ideas. Y una gran idea puede cambiar el curso de la historia. El problema de hoy, especialmente a la izquierda, es la falta de imaginación. La izquierda sólo sabe lo que no quiere. Es antirracista, antihomofòbica, antiestablishment, anticrecimiento. Pero también tienes que ir a favor de algo. Tener visión de dónde quieres ir. Las ideas de este libro van más allá de la línea divisoria entre derechas e izquierdas. La renta universal es un ejemplo, como hemos visto. Hoy en Finlandia la llevan adelante, y el gobierno es de centro-derecha. En Canadá el máximo impulsor es un senador de derechas. Y Richard Nixon, mira por dónde, quien casi la implantó en Estados Unidos. La renta universal es de derechas en el sentido de que confía en los individuos para hacer la elección correcta. Fuera burocracia y dinero directamente para la gente. Pero a la vez la renta universal es de izquierdas porque es un gran instrumento para reducir la desigualdad y sacarnos de encima la pobreza. Lo veo como una mezcla de derechas e izquierdas. Sucede que hoy la izquierda es muy paternalista y no confía en la gente.—

Otra idea que defendéis es abrir fronteras.—

—A menudo no pensamos que la inmigración es el vehículo más poderoso para la prosperidad de la historia. Ved, si no, las grandes naciones, como EEUU o el Imperio Romano: fundadas por inmigrantes. También sabemos que la gran injusticia de hoy son las fronteras. Sé que no es muy popular, lo que digo. Pero quiero contar una historia de esperanza sobre cómo los inmigrantes nos mejoran y nos hacen un país más fuerte. Pero hoy en día tenemos mucho miedo. Mucho. Nos miramos tanto el ombligo y nos vemos tan débiles, que pensamos que toda nuestra tradición desaparecerá porque llegan un 1% de inmigrantes. Es de locos. ¿Tan inseguros somos? Si estás orgulloso de tu país estarás abierto. Como ocurre con las personas. Si eres una persona segura de ti misma, entonces puedes mezclarte con extraños. Si eres inseguro, tendrás miedo. Abrir fronteras es la idea más radical de mi libro. Pero no me malinterpretéis. No propongo que se abran las fronteras mañana. Hablo de una visión, hacia dónde tenemos que ir. Hagámoslo paso a paso. Como la renta universal. Paso a paso.—

Habláis del producto interior bruto. ¿Por qué no te gusta?—

—El PIB lo inventó el economista ruso Simon Kuznets. Y dijo que no lo usáramos nunca, pero nunca, como una medida de progreso. Por favor, si lo hacéis, al menos eliminad el gasto militar, la publicidad y el sector financiero. Si solicitáis a un economista que es la productividad, os dirá que es la cantidad de dinero que se hace. Pero pensad en un banco que ha inventado un producto financiero que destroza mucho, y que incluye especulación. El banquero se ha hecho rico. ¿Pero es productivo? Yo digo que tenemos que ir hacia otra definición de productividad. Y es la definición que ya tienen los taxistas, los profesores. Os dirán que eres productivo haciendo algo de beneficio. Si suma. Y ellos tienen razón y los economistas no. Quiero vivir en sociedad que ayuda a quienes contribuyen, y en cambio ahora ayudamos a quienes restan. Como los bancos, que deberían pagar impuestos por ello, porque destrozan más bienestar que no crean.—

Macroeconomía. Qué gran mentira, pienso a veces.—

—El tiempo que buscábamos los economistas para encontrar respuestas ya ha pasado. Creo que la mayoría de cosas interesantes nos llegan de antropólogos, como David Graeber. O sociólogos, o historiadores. Ellos nos lo explican mejor. Confío en algunos economistas, por tanto no criticaré la profesión per se. Pero hay economistas, especialmente macroeconomistas, que hacen presunciones enormes a partir de su ideología, y aún así se presentan como neutrales. Por ejemplo: los griegos no son productivos y son vagos. No trabajan bastante. Pues los griegos tienen la semana laboral más larga del mundo. Y en los Países Bajos se dice que la gente trabaja mucho. ¡Pues tenemos la semana laboral más corta del mundo! ¿Como es posible?—

¿Por qué quisiste escribir este libro?—

—Porque vamos cortos de imaginación, de nuevas ideas. Toda la energía está en la derecha. Trump, Brexit. Mi generación está harta de debates aburridos sobre capitalismo y comunismo, entre derecha e izquierda. Nací en 1988, poco antes de la caída del Muro de Berlín. Y me dijeron que el pensamiento utópico es peligroso. Y que la política sólo debe solucionar problemas. Cosas de tecnócratas. Pero entonces llegó la crisis financiera de 2008. Y eso nos despertó a muchos. En 2008 veo que todas las cosas que me habían contado eran erróneas. ¡Y en 2016 es tan evidente que necesitamos nuevas ideas! Todos hemos visto que el rey va desnudo.—

¿Qué ideas?—

—Cuando empecé a leer economía, descubrí que se hacían muchas asunciones totalmente irracionales. Descubrí que la pobreza no es falta de personalidad, sino de dinero. Y que la mejor manera de luchar es dando dinero. Y que hay ideas fascinantes de las que ningún político nos hablaba.—

Dentro del capitalismo es posible vuestra utopía?—

—No creo en las revoluciones de hoy para mañana. Creo en el progreso gradual. Paso a paso. Necesitamos una visión radical de futuro, pero para mañana, un paso pequeño. Y si vamos paso a paso, en diez, veinte años, podríamos llegar a un mundo totalmente irreconocible. ¿Como lo diremos? ¿Será capitalismo? ¿Será otra cosa? Si todo el mundo recibe una renta universal, el poder de negociación será enorme. Los trabajadores podrán decir a los jefes: escucha, me encantaría continuar trabajando, pero me tienes que pagar más. O me voy a casa, y vivo de la renta universal. Los salarios de los profesores, basureros, asistentes sociales, subirán. La renta universal no sólo distribuye dinero, sino también poder. Los trabajos útiles ganarán estatus. Volveremos a mirar los profesores con admiración. Mientras que los banqueros, los abogados, perderán mucho de estatus. ¿Como lo diremos? ¿Capitalismo? Ya lo veremos.—

Enlace de la entrevista original en catalán:

http://www.vilaweb.cat/noticies/la-renda-universal-es-pot-veure-com-la-via-capitalista-al-comunisme/

Enlace del sitio web De Correspondent:

https://decorrespondent.nl/home

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Ara. Rutger Bregman: «Dejemos que trabajen los robots y ocupémonos de lo que importa».

Ara.cat. Logotipo.Ara. Lunes, 27 de marzo del 2017. Página 17.

Rutger Bregman: «Dejemos que trabajen los robots y ocupémonos de lo que importa».

Historiador, periodista y autor del manifiesto «Utopía para realistas».

Maria Altimira. Barcelona.

Rutger Bregman: «Dejemos que trabajen los robots y ocupémonos de lo que importa». Foto: Raquel Mosull del Campo.
Rutger Bregman: «Dejemos que trabajen los robots y ocupémonos de lo que importa». Foto: Raquel Mosull del Campo.

Tiene 28 años, una elocuencia poco habitual a su edad y una clarividencia que te hace poner en guardia. El holandés Rutger Bregman defiende que sin utopía la humanidad se marchita, se vuelve miedosa y eso quiere decir talento aplastado en nombre de trabajos «de mierda» que no aportan valor a la sociedad, pero también significa fronteras cerradas y xenofobia. El antídoto: una renta básica y universal para acabar con la pobreza, reducir la jornada laboral hasta las 15 horas semanales para que la gente se ocupe de cosas «realmente importantes» y abrir las fronteras para que la economía mejore. Lo tiene todo escrito en Utopía para realistas, un ensayo-manifiesto publicado por Empúries que ha sacudido el debate político y filosófico en Holanda.

Todo lo que propone suena tan bien que no sé si me lo creo…—

—No se trata de proposiciones ideológicas sino de evidencias científicas. Está demostrado que la pobreza es muy cara y que la solución pasa por dar dinero gratis.—

Sería maravilloso, pero ¿nos lo podemos permitir?—

—Sí, y existen muchos ejemplos que lo prueban. En los años 70, por ejemplo, en un pueblo canadiense llamado Dauphin hicieron un experimento muy interesante que consistía en pagar una renta básica a todos los ciudadanos. La criminalidad bajó, también la violencia doméstica, y los problemas relacionados con las enfermedades mentales disminuyeron.—

¿Y eso era más rentable?—

—Salía mucho más barato pagar esta renta mínima para acabar con la pobreza y permitir que los ciudadanos eligieran con más libertad a lo que querían dedicarse que pagar el sobrecoste sanitario y de seguridad que genera el modelo capitalista. Además, ¿de qué sirve que el 40% de la gente tenga un trabajo de mierda, inútil, que no aporta valor social? Muchos trabajan sólo por el sueldo y, si pudieran, lo dejarían. Hablo, por ejemplo, de gente joven y brillante que acaba dedicándose a crear productos financieros tóxicos.—

¿Es lo que ocurrió en el pueblo canadiense?—

—En algunos casos sí. Hubo los que dejaron su antiguo trabajo para dedicarse a cosas que les interesaban más, pero también hubo gente que continuó haciendo lo mismo. La cuestión es que, contrariamente a lo que muchos creían, la gente continuó siendo muy activa. De hecho, sólo las mujeres que acababan de tener hijos y los estudiantes trabajaban menos.—

¿Qué rol deberían jugar los robots en una sociedad como la de Dauphin?—

—Yo creo que, precisamente, nos deberían permitir trabajar menos en lo que no nos interesa y dedicar más tiempo a lo que realmente importa. El economista John Maynard Keynes hizo una profecía según la cual los hombres acabarían reduciendo su jornada laboral hasta las 15 horas semanales y los robots se encargarían del resto. Actualmente, ya hacen el 30% de las tareas que antes sólo hacían los humanos y dentro de unos años este porcentaje será del 70%. Tenemos que dejar que trabajen los robots, dejemos que nos roben el trabajo y ocupémonos de las cosas importantes, como cuidar a nuestros hijos y los ancianos, luchar contra el cambio climático y el cáncer o escuchar música.—

No me imagino las grandes empresas y los políticos defendiendo estas tesis…—

—Los gobiernos siempre son los últimos en defender los cambios y las ideas revolucionarias. Te dirán que es una locura pero también lo decían cuando la gente protestaba contra el racismo o defendía la igualdad de género. Las revoluciones transforman lo que es imposible en realidad. Siempre ha sido así y no veo por qué ahora debería ser diferente.—

La otra revolución que propone el libro es la apertura de las fronteras.—

—Sí, porque si miramos los últimos siglos de la historia de la humanidad veremos que, desde el Imperio Romano hasta los EEUU, la inmigración ha sido un elemento clave de la prosperidad económica. La inmigración es la herramienta más poderosa para luchar contra la pobreza, pero no hay muchos políticos dispuestos a defender esta idea.—

Más bien hay políticos como el ultraderechista holandés Geert Wilders que ganan peso, y políticas migratorias restrictivas como las de la UE…—

—Justamente, son políticas restrictivas por miedo a la posibilidad de que personajes como Geert Wilders ganen votos y poder. Pero, como te decía, la política siempre es la última pieza de la cadena, y la revolución de un mundo sin fronteras también comienza con la gente loca de la calle.—

¿Queda bastante gente loca?—

—No mucho, la verdad es que andamos cortos de pensamiento utópico.—

Enlace del artículo traducido al castellano:

http://www.ara.cat/es/Rutger-Bregman-Dejemos-que-ocupemonos_0_1767423410.html

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La Vanguardia. Rutger Bregman: «La renta básica nos hará libres».

La Vanguardia. Logotipo.La Vanguardia. Lunes, 27 de Marzo del 2017. Página 57.

Economía. Entrevista.

«La renta básica nos hará libres».
Rutger Bregman, historiador y autor de «Utopía para realistas».

El sociólogo holandés Rutger Bregman, durante su visita en Barcelona esta semana. Foto: Kim Manresa.
El sociólogo holandés Rutger Bregman, durante su visita en Barcelona esta semana. Foto: Kim Manresa.

Piergiorgio M. Sandri.
Barcelona.

Tiene 28 años y encarna los sueños de su generación. Rutger Bregman ha arrasado con un libro destinado a causar polémica entre los economistas: Utopía para realistas (Salamandra). Defiende tres ideas atrevidas: renta básica universal, semana laboral de 15 horas y apertura sin límitede las fronteras.

En su país, Holanda, el populismo cotiza al alza.

—La auténtica energía y las nuevas ideas provienen ahora de la derecha. El problema de la izquierda es que está siempre en contra: de la austeridad, del consumismo, del establishment. Está desorientada. Tenemos que estar a favor de algo.—

¿La renta básica es de derechas?

—Es trasversal. Es de derechas si piensas que otorgas al individuo la libertad sobre qué hacer con el dinero. Pero es de izquierda, porque es la vía más eficiente y directa para erradicar la pobreza. La izquierda desconfía de las personas, cree que no son capaces de tomar decisiones. Y la derecha opina que la gente es vaga y hay que obligarle a trabajar.—

Pero si yo tengo un trabajo y gano dinero no la necesito.

—Aunque los más ricos la reciban, no dispondrán de más dinero porque ellos tendrán
que financiarla con impuestos, el equivalente a dos o tres rentas básicas. La cuestión es otra: según las encuestas el 37% de los trabajadores creen que desempeñan un trabajo idiota, como consultor, banquero o abogado. La mayoría de ellos quisieran una renta para abandonar su empleo y dedicarse a algo que ellos mismos consideran útil. La renta básica no sólo libera a los pobres, sino también a los ricos.—

Uno trabaja por muchas razones, no sólo por dinero.

—Pero aquí se trata de dar un valor distinto al trabajo. Si el profesor o el cuidador o el enfermero deciden ir a la huelga sería un desastre. En cambio, si la banca decide cerrar, tampoco pasa nada. He encontrado en la historia un único caso de huelga bancaria en Irlanda, en 1970 por seis meses. Todo siguió funcionando normalmente. El basurero y el maestro deberán cobrar más porque son profesiones útiles e imprescindibles. Y gracias a la renta básica, sus trabajos ganarán estatus.—

¿No nos quedaremos en casa en lugar de ir a buscar un empleo?

—La mayoría de la gente contesta que hará algo. Que tiene sus sueños. En Canadá, en 1974 se llevó a cabo un experimento durante cuatro años. Pues bien, 30 años después hicieron el balance y vieron que todos los indicadores de la comunidad habían mejorado: menos violencia, mejores resultados en las escuelas, menos paro, etcétera.—

¿Quién debería financiarla?

—Es una inversión que dará retornos a largo plazo. La pobreza cuesta. No sólo en ayudas, sino en salud o criminalidad. En EE.UU. habría que desembolsar 175.000 millones de dólares, un cuarto del presupuesto militar del país. En Holanda el coste para hacer lo que le gusta sería más bajo, cerca del 0,3% del PIB. Para financiarla, lo mejor es tasar los rendimientos del capital.—

La ayuda al desarrollo ha dado resultados desiguales. ¿Por qué la renta básica debería funcionar?

—Tampoco les hemos dado tanto dinero. Desde los años cincuenta hemos aportado en ayudas el equivalente de 1,5 billones de dólares, cuando sólo la guerra en Irak ha costado 6 billones. Una gran parte de este importe se la han quedado los que deberían haberla distribuido, unas élites corruptas. Por su parte, los países desarrollados se empeñan a dar consejos a los pobres, pontifican, hablan, dan cursos con su tono paternalista. Pero la pobreza no es otra cosa que no tener caja. La gente sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Con la renta básica, todos nos convertiremos en pequeños inversores de este capital que se nos está concediendo.—

Esto equivale a privatizar el Estado del bienestar, ¿no?

—El actual sistema de seguridad social es ineficiente, porque no ayuda a reducir el desempleo ni contribuye a reducir la pobreza. Deberá permanecer la cubertura sanitaria universal, un pilar de la civilización europea, así como la educación publica. Pero el actual sistema es burocrático, ineficiente y caro. Hoy si quieres recibir una prestación social debes demostrar a la administración rellenando un montón de formularios que estás lo suficientemente deprimido o enfermo y sin esperanzas para recibir la ayuda. Al final la gente se lo acaba creyendo.—

Usted admitirá que pese a todo en el último siglo el progreso económico ha sido indudable.

—Lo que en realidad se ha subestimado es la resistencia del capitalismo en mantener trabajos inútiles.¡Cuánta gente joven y ambiciosa está malgastando su tiempo en buscar un sistema para aumentar los clics a una página o en imaginar un nuevo producto financiero que no genera ningún valor añadido! Estamos derrochando talento. Hay quien no hace otra cosa que enviarse informes y tener reuniones. Estos empleos son el 30% del total. Si no intervenimos, el porcentaje irá aumentando. Además hoy en EE.UU. Hay más desigualdad que en la época de la antigua Roma, que se basaba en el trabajo esclavo. ¿A eso usted le llama éxito?—

En Suecia experimentaron una semana laboral de seis horas y la abandonaron. Costaba mucho.

—Si usted mira al informe la gente estaba contenta. Su satisfacción había aumentado. Al final el trabajo debería hacer la gente feliz, ¿no? En los años treinta Keynes pensó que trabajaríamos 15 horas a la semana en el 2030. Tiene sentido. Cuando nos convertimos en ricos y los robots hacen el trabajo, es hora de que nos dediquemos a las artes o la música. Asimov creía que los psicólogos serían la profesión del futuro, porque deberían tratar a mucha gente aburrida. En realidad hay trabajos que no están remunerados y que deberíamos tener tiempo de hacer: desde cuidar de los hijos al voluntariado. Hay que crear otros valores. Porque seguimos comprando cosas que no necesitamos para impresionar a gente que no nos importa.—

Su idea de abrir fronteras cuando se construyen muros sí que suena utópica.

—La historia de la inmigración es positiva. Durante mil años fue el factor que ha impulsado el crecimiento. Cuando los países están obsesionados consigo mismos es el comienzo del declive.—

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La Razón. Rutger Bregman: «La renta básica impulsa a buscar ambiciones propias».

La Razón. Logotipo.La Razón. Martes, 28 de Marzo del 2017. Cataluña.

«La renta básica impulsa a buscar ambiciones propias».

Entrevista a Rutger Bregman, historiador y periodista.

28 de marzo de 2017. 09h14'. Carlos Sala. Barcelona.

Rutger Bregman. Foto: Shooting.
Rutger Bregman. Foto: Shooting.

El 6 de mayo de 1795, en un distrito de Inglaterra, se implementaba lo que podría considerarse el primer experimento de una renta básica universal. El llamado sistema Speenhamland adjudicaba a todos los hombres pobres y trabajadores, así como a sus familias, un suplemento para poder llegar a un nivel de subsistencia, según unas tarifas fijadas por el precio del pan. Cuanto más numerosa fuese la familia, más dinero cobraría. La medida parecía un éxito al principio, se redujo el hambre y las dificultades, incluso se evitó la revuelta social. «Quizá gracias a este proyecto Inglaterra evitó sufrir su propia revolución francesa», comenta Rutger Bregman.

Sin embargo, en 1830, ya se aseguraba que el sistema era un desastre, a través de un estudio que afirmaba que había provocado sólo un aumento de la natalidad, una disminución de sueldos, y la proliferación de conductas inmorales. El sistema se cerró, sólo para que casi 150 años después se descubriesen que esos estudios habían sido manipulados. En los 70, incluso Nixon intentó imponer una renta básica en Estados Unidos bajo la inspiración de Speenhamland, pero el senado lo impidió. «Si Estados Unidos hubiese iniciado este camino, mucho otros países hubiesen seguido el ejemplo», comenta Bregman, que acaba de publicar «Utopía para realistas» (Salamandra y Empúries en catalán), excelente ensayo que demuestra que la renta básica universal y una jornada laboral de 15 horas no sólo es posible, sino que es necesaria para un mundo sostenible.

El título de su libro, «Utopía para realistas», es ya una declaración de intenciones.–

–Sólo quería poner el énfasis en que es posible cualquier cambio de paradigma. Ahora puede parecer utópico una jornada de 15 horas o la renta básica, pero también lo fueron acabar con la esclavitud, el sufragio universal o los derechos civiles. Muchos creen que una renta básica hará que la gente deje de tener motivaciones para trabajar, pero los estudios demuestran que es lo contrario, que les abre el apetito para intentar empresas propias. El 60 por ciento de la población asegura que trabaja en «trabajos de mierda», donde no son libres. Si creamos el espacio donde puedan vehicular sus propios intereses, la sociedad puede ganar muchos activos.–

¿Cree que estamos encerrados en una dialéctica izquierda derecha que impide buscar verdaderas soluciones políticas a estos problemas?–

–Por supuesto. De lo que yo hablo no es un principio ni de derechas ni de izquierdas. Nixon era republicano, el gobierno de Finlandia, donde se están haciendo experimentos en este sector también es conservador. El problema es que la derecha tradicional vive en un pasado que nunca existió y la izquierda sólo está en contra de todo, sin ofrecer alternativas ni ideas nuevas.–

¿El problema es que los gobiernos sólo buscan su reelección, más que buscar verdaderas soluciones a los problemas?–

–Exacto, y por eso los gobiernos nunca han solucionado ningún verdadero problema social. Si toman las decisiones basadas en lo que creen que quieren sus votantes, hemos de demostrarles que queremos otra cosa. Es importante mostrar el contagio positivo de las nuevas ideas y cómo tienen siempre un eje transformador. Pero el cambio siempre empieza en la sociedad, nunca en los parlamentos.–

¿Sucede lo mismo en las grandes corporaciones?–

–Le voy a poner un ejemplo holandés, donde los últimos cinco años la empresa más valorada es un centro médico con 1.400 trabajadores en la que no hay directiva. Los trabajadores se reparten las responsabilidades, fijan su propio sueldo y su efectividad es cinco veces mayor que otros centros. La mayoría de directivos no sirven de nada, sólo hacen difícil lo simple, que es gestionar el trabajo. Lo hacen tan difícil que luego dicen, «véis, sólo yo lo puedo solucionar» y así crean un círculo vicioso.–

¿La elección de Donald Trump es un paso atrás en esta utopía realista?–

–No, porque demuestra la fuerza de las ideas. Con su discurso simple llegó a mucha gente. Hay que encontrar ese contrapeso. Hay que dejar de pensar, por ejemplo, que alguien es productivo por el dinero que genera. ¿Entonces, el trabajo de los voluntarios no es productivo? Lo que no son productivos son esos trabajos administrativos que se encargan de enviar mails de unos a otros. Hemos de cambiar el paradigma.–

Enlace de la entrevista original en castellano:

http://www.larazon.es/local/cataluna/la-renta-basica-impulsa-a-buscar-ambiciones-propias-AN14808877

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